Supay Wasi: Manifiesto editorial

Proyecto Supay Wasi
12 min readJun 17, 2019

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Con mucha alegría llegamos al segundo número de nuestra revista, con un tremendo salto a todo nivel. En este momento me resulta oportuno, como gestor de este proyecto, presentar el siguiente manifiesto con el que, a título personal, explicitaré algunos conceptos centrales de mi propuesta sobre descolonización desde el territorio.

ESCRIBIR CON LOS PIES EN LA TIERRA

Primero relataré brevemente la historia de este proyecto. De niño me crié escuchando atentamente las historias que mi abuela Olga Villarroel que contaba cada tarde/noche, hasta la adicción irremediable, mientras tomábamos mate junto a la cocina a leña; historias de brujos, tuetues, apariciones y encantos varios poblaron la imaginación de mi niñez y me infundieron la fuerza del misterio ancestral, el motor de mi caminar hacia la Supay Wasi. Hace 15 años que comencé en el Valle de Elqui­- Chile, a registrar en papel historias ancladas en el territorio, relacionadas a la historia indígena y a los encantos de la tierra elquina y el Valle de Aconcagua, sin embargo durante todo ese tiempo las fui atesorando para mí, sin llegar a compartirlas más allá del círculo cercano, debido a que me pareció prudente un tiempo largo de maduración en mi entendimiento sobre ellas, hasta considerar la obra apta para su propagación. Las historias del territorio siempre fueron hechas para ser contadas y trasmitidas, no podían seguir guardadas sin producir estropicio al contenedor.

El año 2016, se dio la primera instancia de difusión de este trayecto que narro, en el marco del I Congreso de Historia Indígena de Chile en la ciudad de Chillán, donde conté parte de la historia del pueblo de Pullayes. Otro hito en esta faceta de la difusión, fue el pasado año 2017, mientras me encontraba trabajando con mi peñi Diego Pillancar Antigual en una faena de construcción en el Valle de Elqui, él me pidió que participara contando historias en el programa de radio Terraleando, que conduce en Radio Elquina FM de Vicuña, ese fue el inicio del nuevo ciclo de contar relatos de la tierra, dos meses después ya estaba listo el primer número de Cuadernos Supay Wasi, girando con presentaciones en Vicuña, La Serena, Salamanca, Santiago de Chile, Pisco Elqui, Córdoba, y más recientemente Catamarca y Cerro Colorado en Argentina. Desde los inicios de este proyecto estuvo trabajando codo a codo mi hermano Guillermo Gardenal de Santiago del Estero (Argentina), con quien desde el año 2014 veníamos trabajando historias del Noroeste Argentino, comparando los saberes entre estos territorios, escribiendo y debatiendo sobre salamancas y árboles que flechan, encontrando interesantes homologías y planeando el trabajo hacia el futuro.

MÁS ALLÁ DE LA INOCENCIA FOLKLÓRICA

Una de las primeras cosas que he querido asumir como propia, es la tarea que Gabriela Mistral planteaba en la década de 1930, como esa necesidad de revisión de nuestro folklore desde una perspectiva india y chi’xi, lo que ella llamaba la indianidad chilena, en cuanto a lo que aparece en los relatos folklóricos como fábula, como superstición, como ingenuidad campesina, se transforma, se convierte y vivifica, en un camino de descolonización, espiritual e histórica, perdiendo la inocencia y abriéndose el entendimiento hacia la complejidad del multiverso originario local:

“no creo que haya una posibilidad de averiguación cabal de nosotros mismos, sino después de un largo registro de nuestro folklore….esta lectura folklórica que teníamos que hacer y que a mi me parece la fiesta más delicada, más aguda y más cuidada, más escrupulosa, no puede ir sino junto a un signo muy grande delante del indio. Si el que está leyendo le dice al indio que lleva adentro, no, se entontece, se embrutece; pero en cuanto comienza a decir, sí, a aceptar que él anda por su sangre, entonces lo empieza a ver, y desde que lo empieza a ver toda la fábula a él se le vivifica, toda la historia de la América entra a chorros en su cuerpo y la América comienza a existir en él”

(Gabriela Mistral, “algunos elementos del folklore chileno”, charla dictada en Montevideo, 1938).

El camino de la descolonización desde el territorio nos lleva a reconocer en los relatos “folklóricos” y en nuestras vivencias personales y familiares nuestra indianidad, un camino más de recordar lo que se es, que de aprender algo nuevo.

LA FOLKLORIZACIÓN DE LO INDÍGENA

Hoy en día, hay ciertos lugares comunes al hablar de la “cosmovisión indígena”, como por ejemplo la adoración a la Pachamama y el uso de la wiphala. En el curso de la re­emergencia étnica, o la visibilización contemporánea de las identidades indígenas, se apela fundamentalmente en nuestros territorios, a lo que figura en la literatura como cosmovisión andina, que en gran parte proviene de textos hechos por antropólogos. Esto produce una especie de indianidad genérica, donde muchos de los actores en un proceso de búsqueda identitaria se saltan el entendimiento de su propia historia territorial, parte fundamental para una descolonización desde el territorio.

Nosotros que si bien amamos a la Pachamama, creemos que muchas veces se ignora el conocimiento local plagado de muchos seres y de muchas historias propias. Por ejemplo, la importancia de los árboles que flechan/ arboles guerreros, las punkus y renus, los piuchenes, son sólo algunos de los temas que aparecen tras la descolonización de las historias en los territorios en que actúa Supay Wasi, todas ellas invisibilizadas en la folklorización del indio o en la indianidad genérica en boga. Creemos que existen sabidurías y entendimientos que sólo existen al confrontar la historia personal con la historia territorial, siendo el proceso de descolonización de la historia, el folklore y la espiritualidad, un doble y simultáneo proceso, en que uno se descoloniza internamente a la vez que experimenta su propio territorio con todos sus seres, historia y particularidades.

Si bien creemos en que existe una larga historia compartida en Los Andes, historia compartida que también significa ideas, practicas y entendimientos de la realidad comunes, algo que podríamos llamar transandinidad, también a través de las historias locales hemos aprendido que cada lugar en los Andes tiene su propia forma de ser andino, cada territorio aporta algo diferente a la vez que nos enseña algo único, aprender con y desde el territorio es la descolonización que nosotros proponemos. Cada territorio habla su propio lenguaje con que los seres dueños se comunican, cada lugar tiene sus propias señas. No todas las montañas tienen cóndores, no todos los apus tienen montañas. Buscamos conocer las historias y las personalidades, las maneras de las periferias de los Andes.

RE­-SACRALIZACIÓN DEL TERRITORIO

“Cuanto más se comprendía a la naturaleza como aliada de las tribus infieles, más se la odiaba” Eduardo Rosenzvaig (2011)

La colonización de Abya Yala (América) por occidente, significó la des­sacralización de la naturaleza y el territorio (pérdida paulatina y desigual de la relación recíproca con lo sagrado que habita el territorio) y una separación de la unidad de nosotros con la tierra. Pienso y siento que una de las cosas que unen las diferentes tradiciones territoriales de Abya Yala es la claridad de nuestros ancestros en que el territorio está habitado por diferentes dueños, estos son Espíritus Señoriales que habitan una porción específica del territorio, y su papel es la protección y la administración del sitio que tienen a cargo. A estas personalidades los denominamos Espíritus Dueños y Guardianes de la naturaleza y poseen una historia, personalidad e idiosincrasia propia, siendo fundamental en el proceso de descolonización desde el territorio, contar con su comunicación y conocimiento. Sólo se pueden conocer a través de vivencias territoriales, no se pueden entender cabalmente generalizándolos o solo por historias oídas.

En un primer instante de la colonización europea, la naturaleza fue satanizada, toda la presencia de los Espíritus Señoriales fue considerada demoníaca y vividas generalmente como espantos por los actores locales, lxs machis o especialistas en el trato con estos señores del territorio fueron perseguidos y se buscó su exterminio, la naturaleza fue el enemigo del colonizador. En un segundo momento la naturaleza y el territorio fueron vistos como cosas, carentes de espíritu, con la hegemonía del pensamiento científico que llevó a un plano superior la destrucción de la tierra que sólo era vista como un objeto, recurso a explotar. Ambas maneras coloniales persisten actualmente en nuestros territorios de manera yuxtapuesta.

Actualmente, muchos de los conocimientos y muchas de las puertas hacia el conocimiento de las personalidades del territorio están invisibilizadas bajo las imágenes coloniales de magia negra, salamancas, pactos con el demonio, brujería. La contracara es el catolicismo andino o criollo, en continuidad con el satanismo andino, donde nuestros ancestros supieron mantener guardado lo que ya no era permitido por el colonizador. El camino de la descolonización desde el territorio exige aprender de todo eso. El que sabe no precisa separar, creo. El que quiere aprender debe atenerse a la historia, al momento actual y pensar desde las vueltas de los ciclos, sin perder el hilo conductor.

El camino de la descolonización desde el territorio lleva ineludiblemente a una re­-sacralización, a una re­unión de nosotros con los Espíritus Señoriales, a reconocernos en nuestra tierra, con lo que en ella hay, con sus dos polaridades.

Por otra parte, reconocemos que tanto el significado literal de sagrado y por ende hablar de re­-sacralización, es un concepto problemático que hay que aclarar. Los sociólogos han establecido la discusión en las ciencias sociales occidentales sobre lo sagrado y lo profano para explicar la religión. En los Andes, como lo ha explicado nuestro colaborador Salvador Palomino Flores, no hay religión porque el runa u hombre andino nunca estuvo separado de su “divinidad”, entonces plantea que sólo se debe hablar de espiritualidad ya que el concepto religión implica unir algo que está separado. Sin embargo pienso que es útil, para describir lo que describo en mi historia, el concepto de re­sacralización, en el contexto de lo chi’xi (cheje) y lo mestizo, que es el contexto de donde provengo, donde la relación de unidad con el territorio es algo que se debe recuperar y entendiendo que la separación con lo sagrado que habita el territorio opera desde la situación colonial, esta situación nos ha separado falsamente de la “naturaleza”, primero a través del miedo y los espantos de la satanización y después del miedo a parecer ignorantes en el mundo moderno, ambos miedos a la vez, hoy en día.

INDIO y CH’IXI

Hace un tiempo ya, que el pensador indianista Fausto Reinaga, planteara que ser indio no es un color de cuero o de piel, sino un color de pensamiento, sin embargo hoy en día, vemos mucha confusión al respecto de lo que es ser indio -­indígena- ­originario en nuestras sociedades, por un lado se apela a una visión normativa que implica tanto la raza y/o lengua y/o cultura como definitoria de quién es y quién no es. Para mi, ser indio, además de llevar puesta la situación colonial, no es un color de piel, ser indio es un color de alma, un color de interioridad. Ser originario no es un color de piel o llevar un apellido, sino es mantener una relación de reciprocidad con los Espíritus Señoriales que habitan el territorio y con la Santa Tierra, es formar parte consciente de la cadena de ancestros y seres en que uno habita.

En cuanto a lo chi’xi o cheje, este concepto formulado por Silvia Rivero Cusicanqui, es una manera de entender lo que somos, que considera adentro nuestro influencias opuestas, contrastantes pero complementarias. Lo occidental y lo indio no están ya separados en sujetos diferentes, sino que se encuentran de manera abigarrada y yuxtapuesta. El camino de la descolonización implica reconocer esas yuxtaposiciones y su historia, lo que nos lleva a valorar la parte negada, la parte india.

COLONIALISMO ESPIRITUAL Y CHAMANISMO: EL SEGUNDO ENGAÑO

Hace un tiempo, estando en una ritualidad en un punku o renu, conversando con los antiguos, recibí una explicación, desde mi territorio, sobre este tema y que me gustaría compartir con ustedes, esto se llama el Segundo Engaño:

“Cuando se despiertan del sueño materialista y se dan cuenta de la parte no material de la realidad, el enemigo ya tiene todo listo para dormirlos en un segundo sueño, este segundo sueño los convence de que su salvación está en otro mundo no material, en otra pacha­- dimensión desconectada de esta. Ese segundo engaño te hace despreciar el mundo, el territorio y la historia de nuestro lugar, les hace creer que este es un infierno o un lugar de paso, que nuestra tierra es insignificante. Esa es la mentira, hacerles creer que son huérfanos, que son extranjeros, que esta pacha no es su madre, que aquí no está su poder, sólo de esa manera el enemigo puede seguir violando y explotando a nuestra sagrada madre. Cualquier doctrina que les haga creer que esta no es su tierra, que acá no está su pacarina (lugar de origen del alma), es una doctrina del enemigo para poder continuar explotando y matándonos, si ustedes supieran lo que son, junto a nosotros, esta destrucción del enemigo sería imposible…esta piedra es tu cuerpo, la piedra es la carne de la Tierra y la carne de nosotros los Primeros Antiguos”

El camino de la descolonización espiritual, lleva a considerar el territorio como lo más “sagrado” e inviolable, ya que ahí yace el verdadero misterio de lo que somos, nuestra pacarina, la continuidad más allá del tiempo y más allá de la carne.

Las tradiciones indígenas evidentemente son material transable en el mercado capitalista, se han generado espiritualidades transgénicas con base indígena y patentadas. En cuanto al término chamanismo, la vaguedad y generalidad de su significado es perfecta para enmascarar el colonialismo espiritual y la mercantilización de las prácticas de raigambre originaria. La falta de respeto y abuso de las plantas sagradas, moneda corriente en la actualidad, esta poniendo en peligro el uso de las llaves con las que nos comunicamos con los Primeros Antiguos. Por lo tanto propongo no usar este término genérico y abusado, buscando en la tradición local la palabra adecuada o en el contexto específico al que uno se refiere. Como también creo en la generación de conocimiento situado, o sea desde donde uno se ubica para hablar, es que uso el término machi. En mi territorio machi es el nombre de especialistas rituales que trabajan con los Poderes Ancestrales de los Primeros Antiguos (explico estos conceptos locales en el artículo “Entre culebrones, apus y huaicos...” presente en esta revista).

LAS PACARINAS, LOS CERROS Y LAS PIEDRAS

Una última idea que quiero plasmar en este manifiesto inicial es la de las pacarinas, tal como las entiendo desde el territorio al cual pertenezco. Esta idea, central para mi propuesta de la descolonización desde el territorio, implica que en la historia personal, en un momento original, antes de nacer de una humana, las almas o las interioridades individuales, son paridas en las profundidades de la tierra, en un útero de piedra; en un segundo momento, estas almas exploran el interior de la tierra hasta que deciden salir de ahí, en un tercer momento, salen las almas disparadas por la pacarina o lugar de origen, este lugar puede ser una salamanca o cueva, un cerro, una laguna, una roca de forma peculiar, entre otras posibilidades de acuerdo a cada linaje territorial; recién en un cuarto momento esa alma anida en un vientre materno para hacerse carne en la comunidad de los humanos. Esto implica que cada linaje, y por ende cada persona (suponiendo que todxs somos de esta tierra), tiene un lugar específico en el “espacio geográfico” por donde las almas salen desde la comunidad de los ancestros, adentro de la tierra, además al momento de morir la carne, el alma busca el lugar por donde entró y comienza el camino hacia adentro, la vuelta a la pacarina. Reconocer o redescubrir ese lugar, y el verdadero alcance del poder de los Primeros Antiguos, una fuerza y sabiduría inconmensurables, es un momento clave para vivenciar una descolonización a nivel profundo.

AGRADECIMIENTOS

Al finalizar quiero agradecer a todas las personas que han contribuido en este proyecto de comunicación, en primer lugar a los antiguos que me han inspirado y a todos los Espíritus Señoriales implicados, al Cerro la Nariz y Pullayes, al Señor Aconcagua, al Encanto, al Mercachas, a mi abuela Olga, a mi madre y a mi hijo Manuel Lautaro que me inspiró para escribir, como así a todas las personas que han ayudado con su newen y su kalpa a que esto camine: gestorxs, escritorxs, cantorxs, músicxs, meicxs y machis, hermanxs, indiada y gente querida en general.

EL EDITOR

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Proyecto Supay Wasi

Comunicando desde el territorio sagrado ……………… Web del proyecto: www.supaywasi.org