Piedra de la Lechuza. Foto: Archivo Supay Wasi

En los cactus viven los Antiguos

Relato de la memoria oral del pueblo de Pullayes (Región de Coquimbo, Chile)

Proyecto Supay Wasi
3 min readMay 25, 2022

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Por Redacción Supay Wasi. En: Boletín Mamakocha & Andes nº2

Cuentan las abuelas sabedoras, que no hace mucho tiempo, Pullayes era territorio indio, de algún modo lo sigue siendo aún. Los antiguos tenían sus propias creencias, diferentes a las de ahora. Los bosques de quiscos más grandes están en Pullayes. Uno se llama copao y el otro Illave, son los dos más abundantes y cada uno produce su propia fruta en fechas diferentes. Crecen como enormes columnas, como guerreros armados, cuidando el territorio. Viven peleando muchas guerras invisibles, pero también alimentando y sanando a sus parientes.

Los Antiguos nunca se fueron. Cuando los Antiguos se morían su espíritu se iba a seguir viviendo — en un cactus guaguita del cerro — entonces nunca se iban, siempre quedaban en el cerro.

No es llegar y cortar un quisco, se debe saber hacer. Dicen que después de cortado pueden volver a nacer en una guagua de persona o irse a otro lado, a otra parte del cerro, a otro ser quizás.

A veces cuando el indio era perjudicado y no tenía con qué deben defenderse, podía recurrir a los quiscos. Se provocaba una muy grande maldición contra el afuerino. Era un poder que no se podía medir, como los aluviones. Son miles de cactus, como miles eran los Antiguos. Algunos que hicieron daño y fueron malditos de esa forma, nunca supieron cómo se arruinaron y sus parientes murieron, ya que los cactus pelean una guerra invisible, como los tuetués cuando peleaban en grupos. En pocos días queda la pura embarrá.

También sirven para la salud. Por ejemplo si usted tiene una pena, puede ir al cerro y elegir el cactus que a usted le guste. Tiene que esperar a que aparezca el viento o llamarlo para que venga. Cuando las espinas empiezan a sonar con el viento… ahí usted tiene que levantar sus dos brazos mirando hacia el quisco, como si sus brazos y usted mismo fuera un quisco, y el puro ruido que hacen las espinas con el viento se lleva la pena. Haga la prueba.

Relatos sobre la conversión de humanos en cactus aparecen también en otras regiones de los Andes. Hemos recopilado una versión de la historia del Señor Litre, proveniente del pueblo de Machalí (zona central de Chile):

“…mucho antes de que llegaran los españoles sucedió que había una guerra muy grande, peleaban indios contra indios y estaba muriendo mucha gente, entonces el dios de los indios se enfureció por lo que estaba pasando, y bajó a poner orden, porque estaban matándose entre hermanos y les mandó un castigo por lo que estaban haciendo; a los indios comunes los convirtió en distintos tipos de matas chicas de malezas, a los indios valientes los convirtió en quiscos y a los principales, a los guerreros mas bravos de todos, a esos los convirtió en litres y como son tan bravos por eso atacan y enronchan la piel de la gente que no sabe. Esa es la verdadera razón del saludo que muy pocos saben, a mi me contó un antiguo muy sabio” (Cuadernos Supay Wasi #1)

Otra historia de transformación de antiguos en quiscos es la leyenda de El Cardón, que narra que los guerreros indigenas estaban esperando la orden del Inca para atacar a los españoles, pero como la orden nunca llegó, estos se quedaron esperando y con el paso del tiempo se convirtieron en los cardones (cactus) que vigilan los cerros y pukaras de los Valles Calchaquíes.

FIN

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